jueves, 13 de agosto de 2009

S-T

Las nubes que pasean por el cielo nos dejan la lluvia tan necesaria. A veces no brilla el Sol, sientes que vas a tener un mal día, que te van a cerrar todas las puertas y te vas a quedar fuera. La vida es un cúmulo de sorpresas, a veces desagradables, pero ahí estás viendo pasar el viento, el agua que corre por el asfalto en un día lluvioso, es tu día y tiene veinticuatro horas como todos ¿Qué vas hacer? Quédate mirando el techo de tu casa porque hoy los rayos del Sol no van a salir a darte la bienvenida. Puedes estar a solas con tu mente, en tu espacio seco y distraído que has creado, ver como las gotas rebotan en el cristal de tu ventana, algunas resbalan hasta llegar a la guía por la que esta se desliza de un lado a otro, tomar una taza de café, ese que acaba de subir y puedes oler desde tu sillón, o leer un buen libro mientras te proteges del frío envuelto en una manta.
También puedes salir a pasear, acariciar el ambiente húmedo que se respira por cada rincón, caminar por las calles debajo de un paraguas y ver como poco a poco las nubes se van, como se abre el día y aunque el Sol no termine de salir, está dejando de llover. Quizá con un poco de suerte se pueda ver el arco iris cruzar el cielo, con todos sus colores. Cuando termina de llover, los pájaros salen de su escondite, como si volviera la vida después de un descanso, como si la natura necesitara reposar mientras el agua cae.
Las tardes pasan muy deprisa, tanto que ni siquiera te das cuenta y al final, el tiempo que tenías para ti, termina. El Sol empieza a dejarnos, desaparece entre las montañas en busca de su morada, rincón lleno de sabiduría, melancolía. Desde sus grandes ventanales puede ver al amor infinito, la Luna , que hace su entrada lentamente como las damas bellas, no se deja impresionar, eleva su pureza a la vista de todos, rodeada de estrellas, sus guardianes. Con ella llega la noche y la tierra se enfría. Se encienden las farolas en los laterales de las calles, las luces de los edificios de enfrente también se dejan ver, es la estampa nocturna, luces en la oscuridad. La vida no se detiene cuando el Sol se va.
Estamos entre lluvia y Sol, quebrando el tiempo con miradas nostálgicas, buscando un rincón escondido para almacenar pensamientos, añadiendo una gota a ese vaso de vida que se va llenando. Las rutinas comprometidas a las que estamos acostumbrados, podríamos hacerlas con los ojos cerrados. En este momento mi imaginación vuela para evadirse de lo que le rodea, para que mi mente se relaje, se distraiga y vuelva a mi más despierta.



Erika Martínez Rodríguez

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