jueves, 30 de abril de 2009

JUNTO A TI

Apocalipsis VI

......................................Eras poesía y no gemidos.
......................................Carlos López Dzur.

Las palabras se columpiaron en sus labios por unos brevísimos instantes. Mientras, en las manos sostenía una resma de papel tamaño carta. Las ideas flotaban en el ambiente y, en sus pupilas se reflejaba la luz de un recuerdo. Respiró profundo y echó la cabeza hacia atrás. Buscaba algo en alguna esquina de la mente. Suspiró. Hermosos, su cabeza, su cabello y sus ojos noche, el arco soberbio de sus cejas, el borde lascivo de sus labios, su indefinible aroma de hombre, el vello de su pecho. Recorrí imaginariamente su imagen con las yemas de mis dedos. El aire trémulo hacía flotar el velo de las cortinas y flotaban con ellas mis ensueños. Danzaron las llamas de mi fuego interno un preludio. Me sumergí en lo más profundo de su mundo y, con el mío, él enloqueció de gozo.
El viento golpeó el cristal de la ventana de mi cuarto y me devolvió al espacio que abandonaba cada vez que su recuerdo se instalaba en mi mente cuando escuchaba aquella melodía…
“… Junto a ti, al pasar las horas, ¡oh mi amor!hay un rumor de fuente de cristalque en el jardín parece hablar…
Me levanté lentamente. Caminé hasta el ventanal. Allí en una de las heliconias estaba el colibrí, que volvía con el Apocalipsis VI.

Ana Lucía Montoya R.

viernes, 24 de abril de 2009

MI CASA















Auxilio de los gestos, qué sorpresiva resulta tu mirada en mi casa
proyectando sobre mí y mis alcances!
Mi casa, que te parece un monumento parco
conformando estéticas, es mucho más. Es
la potencia y la liviandad de ese rayo de sol
que permanece a través de la ventana. Escenario
de la novelita de la tarde, que a veces divierte y a veces hace pensar
en por qué divierte, es desayuno y descanso, bálsamo
y espejo de lágrimas disecadas. Es lo que escribo
que tantas veces es lo que no soy.
Es la masacre de los sermones, y esa complicidad
que se desliza despacio
a través de tus ojos observadores. Ahí, tu claridad
parada en el living, mostrándome como al descuido
otras cosas de la piel y del espíritu, hablando de mis pasos
innecesarios y de mis olvidos.
Cómo pudiste saber que, igual que las preguntas, igual
que los impulsos, estos pasos míos innecesarios
se han vuelto costumbre porque siento que me protegen?
Y no, no sé lo que espero cabalmente, pero yo le debo mucho al mundo
porque tengo lo que creo, la honestidad implícita del honor
y dos acompañantes permanentes
que me insisten con que el sol es un globo que no se quema
a sí mismo, que la luna es un disco fino de poesía, que se acercan las palomas
a mi rostro y es por algo, y que les gusta mi sonrisa.
Estas cosas suceden en mi casa. Luego está, también
la parte que expongo a sabiendas que me expongo y no me importa
lo que creo de mi vida y que no digo, los dibujos de palabras
que al rato borroneo porque estoy jugando
y mis arranques despiadados que le quieren hacer frente a los vacíos.
Finalmente ayer, tus palabras tan hermosas
valorando honor y ángeles
en mi casa. uno de los espacios más cercanos
a la profundidad de mi vida.


MabelBe
La inmaculada oposición
http://ebelina. blogspot. com

lunes, 20 de abril de 2009

relato sin título II

Las voces que un día se apagaron han dado lugar a nuevas, cambiamos día a día y no nos damos cuenta, hacemos nuestra vida sin fijarnos en lo que sucede alrededor. Todo lo que parece cercano se distancia porque no le damos importancia, sólo nos preocupa lo nuestro, lo que nosotros hemos sembrado con nuestro esfuerzo, el de los demás queda a un lado. Montamos hacia lo infinito la escalera de los sueños, intentamos buscar los peldaños que nos lleven más allá y ser algo. Eternidad ante nuestros ojos, recuerdos que se guardan en la memoria esperando la oportunidad de salir a ver mundo, mirar alrededor y ver las estaciones que vienen y van por los meses del año.

La esencia está presente en todos los rincones, en lugares donde la paz se respira. Cada día sale el Sol por detrás del mar, lanza sus primeros rayos para calentarlo, estamos ante la belleza que nos da el mundo, la naturaleza se une para darnos espectáculos maravillosos que no pueden quedar ajenos a los ojos.

Los árboles se dejan llevar por el viento, buscan la melodía y recorren el aire que les da el tiempo, bailan a su paso dejando el sonido de sus ramas, crujen al son, gritan, ríen, abrigan a las aves que han decidido hacer el nido en lo alto de sus copas. Así, cuando paseas por el bosque se puede oír el canto agradecido de los pájaros, orgullosos de ser parte de algo que vive, respira y se mueve para crecer.

Miras la calle a través de la ventana de tu casa y ves edificios, coches, calles asfaltadas, gente que ha perdido la conciencia de lo hermoso porque se ha acostumbrado a la ciudad. Pero las aves siguen surcando los cielos por entre los grises que han sustituido al verde, demostrando que a pesar de todo, lo bueno no ha muerto, se adapta a los nuevos tiempos, a los cambios producidos por el hombre. El cielo es igual en todo el mundo, como el aire que respiramos. Los ojos que nos miran a veces pueden ser sinceros, felices, tiernos, tristes, pero siempre tienen algo que observar.



Erika Martínez Rodríguez

jueves, 16 de abril de 2009

HOY...




Pienso que está bueno hablar el mismo idioma,
pienso que existe la "cuestión de piel" o "la buena química entre dos personas".
Admito en la realidad de estar cerca y a la vez tan separados
pero creo que como los ríos todos en algún momento,
nos unimos para encontrar el mismo curso.
Marga®
www.margaseoane.blogspot.com
" solo queda tiempo para amar...ama, el amor siempre triunfa "

lunes, 13 de abril de 2009

relato sin título

Cada uno tenemos nuestra forma de pensar, tan distinta en cada cuerpo. Tenemos la facultad de poder compartir ideas, inquietudes, enseñanzas, darnos consejos y tener la capacidad de aceptarlos o no. Somos seres humanos, lo que nos diferencia del resto de los animales es la palabra, alguien dijo que debía ser así y lo hemos dado por válido sin discutir.

Así es la vida, cada uno se preocupa de lo suyo, cada cosa está en su sitio, ocupa un lugar en la historia y camina al mismo tiempo que el mundo, ese mundo lleno de seres vivos, de recuerdos y huellas que se han hundido, se han perdido y han quedado atrás. Luego llegaron otros y volvieron a pisar el camino, a dejar la huella marcada, una estela que se ha vuelto a hundir para luego volverse a perder. Es la rueda de la vida, todo acaba y vuelve a empezar con otros ojos y otras miradas, con otros pies y otras manos, ocupando el mismo lugar en otro tiempo.

Hemos construido encima de los recuerdos de otros, borrando la memoria del pasado y dejando tan sólo pequeñas pinceladas al descubierto, gente que habitó antes que nosotros e hicieron del planeta su hogar. La tierra esconde secretos que vamos desenterrando, dejando al descubierto la melancolía, los pasos, la siembra de todo lo que comienza y se reforma con los años vividos.

La luz de las estrellas ha brillado desde siempre acompañando a los viejos caminantes, buscadores de algo infinito, cantantes de luna llena y poetas que son blanco de la esencia de los árboles, del brillo del Sol que radiante aparece por la línea del horizonte, como el rey del firmamento, majestuoso ante sus súbditos.



Erika Martínez Rodríguez

martes, 7 de abril de 2009

El hombre aislado

El pobre quería ser individualista, persona primordial
que piensa y a la que nadie molestará
cuando difiera e hilvane su millar de diferendos;
pero, ningún editor le dice: Escribe pues a mi gaceta,
te voy a dar un espacio, te haré visible.
Ningún líder lo invita, diciéndole: «Diserta para mi grupo».
Lo aíslan y lo desacreditan antes de él saberlo
y poder difundir algo en su defensa.

El pobre ya se ha sentido solo.
Esto ya suma otro disenso suyo,
el más amargo. Es libre para pensar
que a ninguno importa y que ninguno lo oye.
Tiene todo el derecho a ser un soberano Nadie.

A veces piensa que no tiene tiempo,
ocio creativo, para decir yo soy una persona primordial
[pienso en libertad, lo que me da la gana],
adquiero libros, adquiero métodos, alguien
me ayuda a conciliar ideas. Sí, engañarse
a sí mismo. Es un pobre pendejo que va soñando
en grande porque escuchó a Torrijos
antes de su fusilamiento, allá en Málaga
en los primeros decenios de 1800.

El quiere ser un liberal de los más puros
y no es posible. Para comenzar, la rutina de lo social
o colectivo lo sume en trabajo en condiciones
en que, por más que se incentive, no progresa.

Del modo que le hablan los patrones
lo que siente diariamente es que se arguye:
«Cállate, que el gobierno debe ser intromisor»
porque si no lo fuera se legaliza la apatía, el ensueño,
la bohemia que no conduce a nada, sino al consumo
y tráfico de drogas, opio, putas, libertad de paso
a lugares prohibidos. Los liberales quieren
el derecho de joderse, la no regulación del matrimonio
y las responsabilidades, cuando son una partida
de tarados... como él, el pobre.

De modo, que le dinamitan cotidianamente
lo que ha creído su derecho inviolable,
la libertad de pensamiento, y como es pobre
el derecho a asociarse con los ricos está condicionado
(si vienes a nuestro grupo, vístete bien y compórtate,
no acuses, no difieras, no traigas tus ideas).




Carlos Lopez Dzur

Hay... y... tengo...

















Hay aromas...que te hablan de ternuras,
a veces olvidadas.
Hay almas rebosantes de amor y de ternura.
Otras cargadas de odio, rencor y avaricia.
Hay muchas flores todas hermosas.
Mi favorita es la margarita porque te dice si te quieren.
Hay recuerdos... olvidados, que llenan de nostalgia.
Hay una luna llena que te lleva a soñar.
Libros que te llevan al universo y
otros que alimentan el alma.
Hay confianza ciega.
Tengo heridas curadas, lavadas con el llanto.
Tengo fortaleza en el espíritu y luz para el camino.
Lazos de amistad, tan fuertes como el tiempo.
Tengo abrazos y un te quiero a cada instante.

Marga® con amor.
www.margaseoane.blogspot.com
" solo queda tiempo para amar...ama, el amor siempre triunfa "

domingo, 5 de abril de 2009

La expulsión

El círculo alemán de Adán Redniz exigiría ¡el poder de la villa! Es lo que han querido para sí y sus familias. Fredrika de Bülow, la única voz compasiva a mi favor, testiga fiel y vecina valiente en la aldea, advirtió que no soy uno en la recua de esta borregada. Soy distinto. No se me engaña ni con los rezos silenciosos de los bávaros, que son menos honestos que el siseo de una culebra a punto de atacar. Ni se me engaña con abrazos en la esquina. Ni ademanes reprensivos. Ni con miradas de refilón.

Ella preguntó acerca de mi expulsión. Que se me echara de la comunidad cuando más necesité del amparo congregacional no fue un acto cristiano. Había muerto mi madre. Fredrika ha sido mi protectora. Ha sabido lo que ha representado mi ancestro para la villa.

Terminado el sepelio de Claudia Arhaus Delfzij, viuda de Güeldres, volví a mi casa y permanecí en ella, ahora una casa vacía, sin la vida bella y deseada que animó sus paredes. Esperé a Fredrika. Al menos, yo pensé, que vendría a despedirse, o a acompañarme nuevamente. Ahora sí, caería contra mí la peor de las persecusiones. Me dejaron solo.

Ninguno de quienes lo esperé se acordó de mí. Ni ella, a quien Fredrika refiere como mi novia. ¡Tanto tenía yo que agradecer a la maestra Fredrika! Y no llegó y a mi novia no pudo traerla al sepelio de Mamá... (Luchaba mi causa sin yo saberlo).

¡Si llegaron los cuacos, hermanos falsos, rudos y groseros, cuando lo ceremonial acabó y me vieron rumbo a casa! Innecesariamente, me jalaron de la cama cuando ya estaba recostado. A empellones, los Redniz me subieron al interior de una camioneta después de arrastrarme por el traspatio de mi casa. Encendieron el vehículo y arrancaron.

Dizque se me dejaría a las puertas de Babilonia. Adán, Jr., manejaba, su primo René, el Emo, dirigía una palomilla de golpeadores. Cinco cuacos, abusadores. Adán sabía que mi deseo fue ir a una ciudad, sea Tijuana o las muchas de las que supe su nombre, como Amsterdam o Almelo. Sólo su nombre. He sido como un niño que se perdió en medio de una selva y, a la muerte de sus familiares, nadie vino por él. Jamás he salido de Chichihuatl, la comunidad del aislamiento.

El objetivo del secuestro por los cuacos fue simple: Que yo no pasara una noche más entre los menonitas. Redniz, el joven, alegó que la Antigua Orden holandesa, con misioneros ácratas, como mi padre y mis abuelos, hizo mucho daño a la edificación espiritual del poblado en el Valle de Guadalupe. Tomó tal idea del Temible Bávaro y de su padre, Adán, Sr.

Que la colonia tuviese una vida espiritual verdadera no desvelaba en lo mínimo a Adán Rednitz ni aquellos alemanes de su corillo, cónsonos a sus métodos. Echaban el cascabel a otro. Mentían. Guardaban su rencor, sin jamás confesarlo, y pasaban tal resentimiento a los hijos, van tres generaciones. Disfrazan su ambición con sermones y callada competencia. Ejecutan sus planes, no siempre con escrúpulos. El Temible Bávaro fue un asesino.

Justificaban en Dios lo que no es de Dios. Y lo que colmó mi paciencia fue que dejaron de proteger a mi madre con la diligencia con que antes lo hicieran, cuando mi padre estuvo con nosotros, cuidándonos. Ni ella ni yo, al padecer, abríamos la boca para echar amenazas, o con quejas; sólo clamábamos al que juzga con justicia, al que enmienda los males. Pagamos el mal con bien, porque, somos menonitas de fe y verdad.

Un día lo intenté. Echar de mí las coyundas con que me uncían los amos y los veedores; pero ví cómo empobrecimos y quedamos apartados de comunión. Sólo nos quedó el hambre y la soledad en medio de todos ellos, tan colectivistas y autojustificados. A tres años de la muerte de mi padre, yo traté de ser rebelde, de hacer oír mi voz. Quise ser el jefe de la casa.

Trabajé como pudo un niño en los viñedos de Rednitz cuando mi madre enfermó; no quiso la carga que Rednitz puso sobre mí. «¡Mira qué pueblo, mamá! No nos quiere». Me pidió que no juzgara a los hermanos ni a la villa por sus caciques... Entonces, pasado un tiempo, murió antes que yo supiera cuán preocupada estuvo por mí... Aún así, sus palabras fueron: «Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey».

Yo no cumplí del todo.

¡Qué suerte que me sacan de aquí!

No habría soportado que los ojos de Fredrika me recriminaran; ni los ojos del padre de Pamela Arnol, o doña Susana, quienes fueron bueno conmigo! Fue ingenuo que yo pensara en lindas despedidas. De momento, fui rebelde.

Aquí, en una camioneta en veloz marcha, con un demonio al volante, recuerdo las evocaciones de mi maestra. La llegada de mis padres a la colonia, por ejemplo. Mamá y mis abuelos maternos arribaron a Ensenada con el regreso del benefactor Güeldres. Uno de los fundadores de la Empresa Colonizadora de los rusos y de la villa menonita del '20.

De mi parte diré que son familias que conocí y las referencias que tuve de ellos las dio la boca de mi madre. Murieron par de años después de yo nacer o, como en el caso de una tía materna, cuando tenía la edad de tres años. Otra de mis tías se regresó a Holanda con su hermano pequeño.

¡A mi Abuelo Molokon se le enterró en la villa rusa de Guadalupe con alabanza y en dignidad de unos pocos! Así lo quiso. Del pueblo, ya no quedan sino ruinas y terrenos baldíos, con infinidad de gente que desea comprar a sus dueños... para cultivar más viñedos y sumar a la Ruta del Vino.

En los últimos años, tras la muerte o el abandono de mi padre, en 1975, me enamoré de Pamela. Escondido en un establo, yo le escribí unos estúpidos poemas, mis ingenuas cartas, mis ocurrencias. .. ya soñaba que, con la hija menor de Los Arnol, se admitiera mi noviazgo. Las veces que me sorprendieron en la tarea ilusiva de amarla se rieron, se asustaron. Me agredieron con ironías. Me hicieron sentir que no tenía derecho por contar con sólo 15 años; pero, tres años antes, ella me cautivó. Mamá bendijo un retrato pintado por Tamara de Lempscika. «Esta niña de rizos, con el pelo amarilla, plateado, con una regadera en la mano, será tu amor de juventud».

La nombre como la niña más bella del mundo. Y si bien salí de sus cercanías, expulso de la villa, le hice el amor. Sí. Fue mía, en espqritu y en carne... Hace varias semanas, se comprobó su embarazo y, si es cierto que las penas matan y los desalientos precipitan las condenas, mamá se murió de pena. Y me ha llegado la aflicción para que adquiera consciencia del daño que hice.

Las semblanzas de Fredrika, aún las escasas referencias al pasado de mi familia, no habrían sido suficientes para atenuar mis curiosidades. Es la frustración que tengo, quiero saber más y no sé cómo. He desconocido que tengo derechos y que se me deben muchas cuentas. Me plació saber que los seres que amo vivieron con el sincero y profundo anhelo de «llevar la cruz» por amor a Cristo; vocación de misioneros. Por primera vez, siento que tengo la opción de regresar a donde fui expulso y preguntar por qué lo hicieron. Yo vengo a dar cuentas.

No fui fiel a la autoridad de la Palabra de Dios ni virtuoso ante los ojos de la Familia de la Fe.

¡Qué absurdo que sea la tristeza de mi expulsión la que me haya llevado a las grandes angustias; qué afortunado que la necesidad me haya evitado sucumbir en el ateísmo y la ingratutud! Me gusta pensar que tengo fe. La idea de que el amor por Mamá Claudia, Fredrika y Pamela, me ha redimido; la idea de que las cartas, o diario de notas, de mi padre es como un nuevo evangelio con la vivencia de Menno Simonis.

¡Fue que me asaltaron (cuando estaba más perdido que Carracuca), confiado en mis esperas y en ver a Pamela, con sus padres, entrar a casa. Ese es el momento clave de la expulsión. Bajé la guardia. No esperé lo suficiente porque no pude.

Fredrika evocó la bondad de Claudia Delfzij e Iván Güeldres. Sin mencionar por sus nombres a mis acusadores, reprobó la severidad moral con que plantearon mi discipulado. Estuve privado de comunión no porque yo lo solicitara, sino porque me excluyeron. No estoy con Pamela porque irrumpieron los cuacos a mi casa, me golpearon y me tiraron por un camino apartado.

El legado Dr. Güeldres («levadura intelectual») , mi padre, será mi defensa. Entre las viejas familias que habían servído como Forgeher, o ushers, y se designaban, sin consenso, diáconos y ancianos), está el eje deliberativo de la Comunidad del Pacto. Algunas serán mis aliadas; otras no, ya los compró la maldad o el miedo.


Carlos Lopez Dzur