Apocalipsis VI
......................................Eras poesía y no gemidos.
......................................Carlos López Dzur.
Las palabras se columpiaron en sus labios por unos brevísimos instantes. Mientras, en las manos sostenía una resma de papel tamaño carta. Las ideas flotaban en el ambiente y, en sus pupilas se reflejaba la luz de un recuerdo. Respiró profundo y echó la cabeza hacia atrás. Buscaba algo en alguna esquina de la mente. Suspiró. Hermosos, su cabeza, su cabello y sus ojos noche, el arco soberbio de sus cejas, el borde lascivo de sus labios, su indefinible aroma de hombre, el vello de su pecho. Recorrí imaginariamente su imagen con las yemas de mis dedos. El aire trémulo hacía flotar el velo de las cortinas y flotaban con ellas mis ensueños. Danzaron las llamas de mi fuego interno un preludio. Me sumergí en lo más profundo de su mundo y, con el mío, él enloqueció de gozo.
El viento golpeó el cristal de la ventana de mi cuarto y me devolvió al espacio que abandonaba cada vez que su recuerdo se instalaba en mi mente cuando escuchaba aquella melodía…
“… Junto a ti, al pasar las horas, ¡oh mi amor!hay un rumor de fuente de cristalque en el jardín parece hablar…
Me levanté lentamente. Caminé hasta el ventanal. Allí en una de las heliconias estaba el colibrí, que volvía con el Apocalipsis VI.
Ana Lucía Montoya R.
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