anécdota de una mascota
--¿Por qué no la traés a vivir con nosotros?. Le puede hacer compañia a Nerón.
Esa fue mi pregunta y respuesta automática cuando mi marido tuvo que decidir entre ceder al aumento de quien cuidaba a su perrita de 6 años (raza "de la calle") desde hacía dos años, o bien, regalarla a alguien.
Nos habíamos casado hacía poco menos de un año; mi cachorro de 4 años, Nerón, vivía con mis padres (que estaban a dos cuadras de mi casa).Era mi "hijo postizo" a pesar de que eran mis padres quienes lo habían comprado de cachorro.
Todos los días (después del trabajo) le traía un juguete de bebé (llámese pandereta, sonajero o pelotita), y él poseía una caja de juguetes de verdad. Tenía todas las mañas de un hijo único; era hermoso y muy inteligente.
Los primeros meses de casada lo traía a mi casa una vez a la semana para que no sintiera tanto mi ausencia.
Por eso me pareció una idea estupenda traer a la perra de mi marido (a la cual él había recogido de la calle cuando tenía poco menos de 6 meses) a vivir con nosotros.
De esa forma podría pasear a los dos perros juntos y "matar dos pájaros de un tiro".
A los dos meses o poco más, recibí la fatídica llamada: Nerón había tenido un ataque cardíorespiratorio; corrí las dos cuadras que me separaban de la casa de mis padres con todas las fuerzas que pude. Cuando llegué era tarde: sus ojos no tenían el brillo de siempre; su carita ya no me sonreía con esa roja lengua que me recibía al llegar.
Intenté hacerle respiración de boca a boca y resucitación para reanimarlo.
Caí en una especie de ataque de nervios; lo llamaba a gritos, le pedía mientras lo sostenía en mis brazos que no me dejara, que no me abandonara.. .
Estuvo en mis brazos casi una hora: yo, sentada en el suelo de la cocina con él en mis brazos. Hasta que llegó mi marido (a quien habian llamado)para venir a buscarme.
Le pedí llevarlo a la veterinaria para que lo cremasen (reconozco que hoy con la mente mas fría lo hubiese enterrado en un cementerio de animales de los pocos que hay en Buenos Aires), no quería dejarlo hasta el último momento solo.
Lo envolví en una sábana (que aún hoy conservo) y lo llevé en mis brazos . Cuando lo entregué al veterinario solo dije: adios, neroncito...
Me sentía en una nube; sentía que lo abandonaba : lo último que ví fue su cuerpecito metido dentro de una bolsa de residuos; su cuerpo ya era una masa inerte sin esencia, sin lo que era Nerón.
Al retornar a mi casa la vi.... Cuqui, con sus enormes ojos negros me miraba como si supiese lo que sucedía en mi interior.
Mi marido, por su parte, sentía culpa, culpa por haber traído a cuqui, quien me recordaba la vida que ya no poseía Nerón.
No voy a negar que me dolía ver a esa perrita...pero a la vez, era la única que podia atenuar mi dolor.
Cada vez que la miraba sentía que Nerón estaba allí y las lágrimas asomaban a mis ojos, pero necesitaba acariciarla, necesitaba dar ese cúmulo de amor (que había pertenecido a Nerón) a otro animal.
Y así nació nuestra relación. Hoy, ya pasaron 5 años y Cuqui es mi hija. Sé que no será eterna, pero me ha ayudado a superar (o al menos menguar) el dolor anterior.
Duerme conmigo; la malcrío con la comida y los mimos y si no me ve por mas de 5 horas, no come ni duerme hasta que no llego.
Sé que cuando tenga hijos ella será la mascota de mis hijos.
El amor al animal no es el sustituto del amor al hijo. La capacidad de amar del ser humano es muy grande y hay para todos...
Por eso recuerdo aquel día en que insté a mi esposo a traer a Cuqui... Y si volviese el tiempo atras, volvería a hacerlo.
No sé como hubiese soportado el dolor de perder a mi Neron sin Cuqui a mi lado.
PD: aunque he perjurado que el dia que Cuqui deba marchar no deseo tener mas perros (se sufre demasiado su partida, son demasiado puros para olvidarlos con facilidad... ).
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-***Esa es la historia de mis mascotas... y sé que parecerá cursi pero les adjunto un poema que escribí hace 5 años cuando murió Nerón.
"Carta al alma de un amigo"
Deja que digan los necios
que el perro no tiene alma;
¡ Qué puede saber el humano
que destruye lo que ama !
Deja que piensen que fuiste
un instrumento de diversión,
un juguete para un niño,
un arlequín al dolor.
Que crean que loca, exagero
porque lloro tu partida,
porque aún guardo tus recuerdos
enlazados a mi vida.
Que te entílden cualidades
como la bella "amistad",
y que a la vez te nieguen,
una "mísera humanidad".
¿por qué un asesino tiene
derecho a un "más allá"
y tu derecho prohiben
aunque no tengas maldad ?
¿Por qué no pensar siquiera
que tuviste un "corazón"?
un "alma" que contuviera
todo aquel inmenso amor.
Deja que piensen lo que deseen.
Deja que subestimen mi pesar,
porque sé que en un día no muy lejano,
te encontraré en el más allá.
Y aquel día no importará lo que digan,
seré feliz a tu lado: lo sé.
seas mascota, amigo o enigma
sé que por y, al fin te tendré.
Liliana Varela
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