No existe un canto para vitorear la enésima parte de una esperanza, y mis dedos ansiosos la esperan en esta mesa que se nubla de tarde y es que las palabras acartonadas se recargan una a una formando la unión de las paredes sobre el piso (ladrillos).
Sentado sorbo del café y sin ninguna encomienda divina me doblo ante la idea de que la nada pasa, es ahí en dónde el sueño aún dormido se proclama vencedor para avanzar con las palabras que me esperan.
Veo en la taza el reflejo del idiota, y quiero traspasarle para saberme parte de la enmienda en dónde esta mi nombre (sí es que de algo sirve en esta descripción sobrada), se limita mi sonrisa, y no puedo más que escuchar la prosa virgen de toda imagen, de toda historia, de todo lo que se ha gritado en el nombre de algo que no existe más que en la fe del escribir.
Saco de la oreja el murmullo que se sostiene el viento, lo aviento y se convierte en un eco que rebota de pared a pared (tanto ladrillo). El ocio galopa en este instante para toparse con mi conciencia. Me rasco en las encías y rechinan en esa parte que aún me falta por buscar…el eco no me ayuda.
La nada es así, se queda, se postra, habla con la ausencia, mientras tanto yo busco minuciosamente en los cajones esa historia que aún no escribo para hacerme más fuerte y poder hacerle frente al discurso casi correcto de la pretensión.
Abro todas las puertas de la casa, sacudo las ventanas y se escapa la costumbre, la nada me lanza una advertencia en dónde la negación repugnante del todo se hace presente. Aceptación, la nada me ha ganado y pienso en lo que no debería saber, y es entonces que está presente lo que no hago aún. El mundo da una vuelta en este instante, recogo lo que sobra del eco sonoro y grito para ver el párrafo interminable que me hace falta.
Me termino el café...pienso:
- la nada (con ecos sonoros) es todo lo que necesito para empezar-.
Agradezco empezar en la nada.
Andrés V. Elizondo
Febrero 2008
Saludos desde la nada jeje
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