domingo, 24 de febrero de 2008

ASÍ LO QUISERON

Ya no te miraré, me esconderé dentro de la caja de fósforo para ser
el elemento que se necesite a la hora de encender el fuego y
terminar con todo.

Escritos, imprudencias, cizañas y chismes, un poco de vileza, de
despóticos egoísmo, ese perfume que se desprende de la envidia
también quemarlo, poner la cabeza de la cerilla caliente sobre mis
ojos y sellarlos para no querer ver más nada de nada.

Vamos a empezar a mirar un universo interior, lleno de faltas y
carencia, sobre acusado de latidos irreverentes, pálpito por su
suerte que nunca llega.

No vas a saber de mí, escribo escoltada de mis muros, en cada mano
una letra que se ajusta a cada ladrillo y giro de pared en pared y
dejo mención de las cosas que me agitan, aquí en la catacumba donde
me entierro, aquí sola soportada sobre la más tiste soledad es que me
escribo una carta de amor: rompiste las ilusiones que me quedaban
como quien patea un paquete vacío de cigarros me quedé con la
nicotina entre los dientes y el desasosiego de no poder calmar con
nada toda esta angustia que no me habilita para ser mejor, Ser mejor…
justo en el momento que empiezan a ponerse pesadas las manos, y la
cabeza no tiene dirección, respito corto, no veo, no pienso, no
siento, pareciera que viene mi fin, la garganta arroja de un
escupitajo al bicho de la mala porquería, y doy vueltas al espejo
que se ha quebrado en siete partes iguales, ahora la mala suerte no
tiene pie, tiene culo de cartón con el que escribiré la pancarta de
los desolados "déjenme sola", déjenme elegir el réquiem que me ante
priva, se me vayan de aquí, todos, se vayan las termitas que
quisieron enquistarse de mi y chupármelo todo, lo lograron no tengo
sangre, he perdido el equilibrio, el poco hilván para las ideas, los
números se me retraen, se me esconden no sé que día es ni que numero,
ni que año, nada se, me concentro en lo que tengo, una dificultad
para respirarme, un paracaídas sin cielo, un salto de renuncia, un
amor profundo a los abismos, perderme, perderme en este corazón que
ha perdido el crédito y los permisos. Inyectar en la boca de estómago
la infiltración para la bilis, escupirme de vos y del otro, regreso a
mi estado natural, yo conmigo, en 20 años no entró nadie en mi casa
por qué debía ser ahora, ahora que me aislare más sola para ordenar
el mausoleo de mi depresión, ahora me vestiré de negro y encenderé
por toda la casa velas blancas que me ayuden en este ensayo de
ceremonia, ahora me servirán los aprendizajes de coro , llamaré a los
Ángeles con mi voz de soprano, llamaré a los arcángeles, llamaré a
los serafnes, cruzaré las dos espadas de flama azules y no me dejaré
pasar de allí.

El centinela de mi amor sabrá poner el orden, la guardia.

Si quiero pasarme sean ellos mis custodios que me prendan fuego y me
devuelvan a la jaula de los leones y no quiero pedir por milagros de
salvación, si yo intentara salirme de mi misma, sea azotaba setenta
veces siete hasta acabar con todos los demonios de redición. Mi
cadáver mutilado con mis dos niñas de la agonía mamándome los pechos
secos de sangre, nunca comprendí porque me condenaron, mientras miro
mis manos por última vez, el temblor de ellas, y me dispongo con la
boca abierta que jamás dejara de decir, le dictaba a sus manos
epilépticas las últimas palabras donde obra el papel: murió hacia el
anochecer olvidada de todos.

Fanny Jaretón



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