Mis ilusiones, mis fantasías y mis sueños, son una sola mole que cargo asfixiante, que me desplaza, me lleva a sus motivos y no atiende los míos…
Esa mole arrolladora, avalancha enfurecida, está dentro y fuera de mí, no la puedo controlar. Desata como molinos de viento el movimiento de mis plexos y me siento la Victoria Regis, viviendo a plenitud con mis raíces en el fango y arriba, mis pétalos desplegados soñando universos aún sin descubrir. Corroídas mis entrañas, retorcidas, anhelantes, buscando plenitudes, hambrientas de ansiedades…
¿Qué Mago oculto ha roto aquellas intimidades muy mías y ahora es el dueño del fuego de mi ser?
Muéstrame tu cara, no me mates tantas veces, que cada renacer me lleva, me hala en dos sentidos, hacia mi infierno y también hacia el cielo de mi pequeño ser.
Mis sueños, mis ilusiones, mis fantasías, son como alas desplegadas de palomas mensajeras, viajando por el Cosmos y trayéndome recados de seres de otros mundos que amo sin conocer.
Mi ojo interno aguzado como el del águila busca abarcante las esencias de la Vida y de la Muerte, del Odio y del Amor, de la oscuridad y del día y, cansado al final de la jornada termina por ceder al cansancio, a la angustia, al dolor del alma y un llanto torrencial anuda mi garganta y me siento cual reo doblando la cerviz esperando el certero golpe que mate las dolencias de mi estrujado ser.
Pero, al final oigo una deliciosa voz que me instiga a no perder el ánimo, me empuja hacia lo alto… me exige alzar la frente y a que mire al infinito. El dueño de esa voz me toma de la mano me lleva a su morada, me atiende como reina y me dice emocionado:
"Mi favorita, no dejes los campos solos, no dejes mi posada, soy tu Rey, tus sueños, mi corazón es tuyo…"
Mi amante me convence y vuelvo a comenzar…
Ana Lucía Montoya Rendón
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