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En los tendederos cuelgan sábanas blancas
alguien ha regado a los geranios rojos
en la acera caen gotitas de agua y no sé
quizás incubo algún dolor lejano porque
me llueve el alma de sábanas mojadas
y la apariencia de mi cara no dice nada pero
por dentro florecen los geranios rojos.
Cuando era tuya; con alevosía me enredaba
en los pliegues de la cama, esperándote.
Pero no llegaste nunca y sabe Dios que te hubiera
amado llenándonos la vida de nuestro esplendor.
Ya sé, sangran las palabras tornándose
rojas muy rojas como esos geranios
donde zumban las moscas tratando de cortar el aire.
Adentro sobre el viejo colchón duermen dos ancianos
Apagándose sus latidos duermen la siesta
pensando en esa escena me pregunto, acaso...
¿No seremos nosotros dos yaciendo en silencio?
Y mis pechos oscilan hacia el vació de los años
con las ansias de tus manos y muere lentamente
la sensación extraña ,ya la eché de mi lado caminándote.
Nora Noemí Zeliz Pirillo.
alguien ha regado a los geranios rojos
en la acera caen gotitas de agua y no sé
quizás incubo algún dolor lejano porque
me llueve el alma de sábanas mojadas
y la apariencia de mi cara no dice nada pero
por dentro florecen los geranios rojos.
Cuando era tuya; con alevosía me enredaba
en los pliegues de la cama, esperándote.
Pero no llegaste nunca y sabe Dios que te hubiera
amado llenándonos la vida de nuestro esplendor.
Ya sé, sangran las palabras tornándose
rojas muy rojas como esos geranios
donde zumban las moscas tratando de cortar el aire.
Adentro sobre el viejo colchón duermen dos ancianos
Apagándose sus latidos duermen la siesta
pensando en esa escena me pregunto, acaso...
¿No seremos nosotros dos yaciendo en silencio?
Y mis pechos oscilan hacia el vació de los años
con las ansias de tus manos y muere lentamente
la sensación extraña ,ya la eché de mi lado caminándote.
Nora Noemí Zeliz Pirillo.
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