Se apagan los ojos del muro destruido, el guerrero yace degollado por el humo invencible de la muerte. En el país de las aldeas flotantes el presagio anuda los vientos contrarios. Eres la última puerta, el último incendio, el último saldo de activo en la catedral del tiempo.
Primavera de ébano púrpura, lentitud de lluvia seca, espiral de savia cristalina: sueño dormido que estás despierta. Tus párpados desnudan la luz y curvan el eco.
El día extiende las manos y llora solo como un mendigo atrapado en la cápsula de los siglos. El sol es un demonio amarillo asomado a la ventana del cielo. La luna, con la guillotina a punto de cortarle la cabeza, bosteza como un panteón ausente.
La tierra sabe hoy a mar embravecido, dice el sueño, y emprende su navegación secreta por el gris almacén de la memoria. El timonel se guía por la rosa de los vientos.
Es el único recurso en un día tan perdido y noctámbulo.
Ayer fue mío tu cuerpo. Tus senos, mazapán amasado con ternura, vibraron como árboles de otoño. Cayeron las hojas en el parque de mis dedos y estalló el aire formando remolinos con ellas dentro de mi corazón.
Ayer, el amor lavó la cortina de tus ojos. La gravedad hizo un paréntesis y volamos juntos más allá del espejo.
Del libro "Teatrema o poema en cuatro actos"
Diciembre 2008©Fernando Luis Pérez Poza
Pontevedra. España
www.eltallerdelpoet a.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario