martes, 16 de febrero de 2010

POR UN RATO


Medio hipnotizada, los refucilos que florecían en sitios ficticios me convencían por un rato, pero nunca olvidé el cielo del vagón. Una y otra vez, cautiva en mí, prolongaba pedidos de cuidado, mientras miraba el tren pasar a lo lejos. Sentía que un trozo de soledad abandonada era contundente [tan segura, que aún me resulta extraño el poder del espíritu acariciado].
Y ahora, como ya no cruje la languidez del conflicto de versiones, vengo a confirmar que hay que liberar la voz -al aire libre, al borde de las vías-, dormir allí la primera noche. Porque, aunque agobie un poco, abrazadas a semejante estrella, las venas laten invencibles.
Así de arrojada existo en un mundo sin ratos, donde por fin me reconozco. Un vibrato, afortunadamente sin piedad, se vuelve magnetismo. Irremediable.
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MabelBE. AKASHIA

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