jueves, 8 de mayo de 2008

EL IRACUNDO

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Autor:

© Jesús Alejandro Godoy
Soy el inquisidor de caminos, un transeúnte de nubes y tormentas, que se acerca de vez en cuando a la sabiduría y se queda con las manos repletas de ignorancia por el sólo hecho de pensar en ser sabio. Pescador de lo insalvable y un desertor de leyes, armando mis propios horizontes voy buscando puertos y destinos repitiendo plegarias de dioses en mis intentos por ser mortal, pero muero a cada instante en que me resuelvo como un ser distante de toda divinidad aparente.

Invento ardides que me lleven a intensificar mis logros, mientras pierdo vuelo entre nubes y los vientos me agostan los días y los intentos; me vuelvo necio y prohíbo a mi alma que se rinda a lo simple; me vuelvo Dios y ciego, voy matando mis ideas y resucitando caminos que jamás pensé que iba a transitar.

Soy lo necesario para los ojos de aquellos lobos, y lo inminente en el corazón de los que no se atreven; pasajero raído de luchas sin resolver y fantasma de cuerpo muerto y mente activa; eso soy, un noble sin tierras, y un halcón esperando el despertar de los ángeles; un inquisidor de caminos, buscador de los artilugios de lo divino e incesante emancipador de lo soñado... un transeúnte de nubes y tormentas, que va soñando ser sabio y sólo se queda preguntándose qué es esa ignorancia, que se ha quedado a dormir a los pies de sus huellas.

Imagen y semejanza de la destrucción, un hipócrita que va cantando salmos mientras asesina impiadosamente a lo débiles y engaña a los ignorantes; político locuaz que va rifando vidas por un poco de poder; mezquino de lo eterno, que compra y vende con los oros que gritan su verdad bajo las cúpulas blancas de ciudades santas que no lo son, y nunca lo serán; soy un perdedor bañado en plata, un vencedor de imaginerías y el visitante perfecto en los sueños de los que buscan algo de cierto.

Soy misterio a la vista, canción del océano y servidumbre que domina. Magnífico ejemplo de lo poco que da la soberbia y lo mucho que entrega el perdón; llevo tormentas en mi bolsillo y una oración en mi lengua; demonio desatado que se entrega al cielo y miente sus muertes, pacifista de armas tomar y un entregador de lo humilde, que sólo sabe blandir la espada, cuando el rocío anuncia las almas nuevas que se perderán en situaciones sin control.

Soy un inquisidor de caminos; que se queda con las manos vacías... por el sólo hecho, de pensar en ser sabio.


Contacto: jesus_alejandro_ godoy4@yahoo.

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