domingo, 4 de noviembre de 2007

¿CREES EN LOS CAMINOS?

La vida es un continuo esperar y desear. A veces uno espera, desea; desespera y no logra. Ni siquiera logra un nuevo comenzar. Digo nuevo, porque comenzar a vivir... porque iniciar la vida fue nuestro primer andar. Allí nació nuestro primer camino, nuestro primer caminar. A veces sin esperar ni desear, se logra un nuevo comenzar. Uno ve o siente la entrada, más allá de la nada. Si nuestro sino está en seguir, elegimos y gozamos de un lento andar, un vivir ascendiendo en el camino del destino, hasta llegar a su fin… al postre que es el abrazo terminal en todo hacer de nuestra vida. Es el efímero, grandioso e inolvidable triunfo que hemos tenido, que hemos vivido. Es nuestra propia Amidá. No todo el mundo ve la entrada. No todo el mundo termina su recorrer. No todo el mundo alcanza el postre que desearía tener. A no todo el mundo su triunfo le es reconocido. Si lo alcanza, no todo el mundo lo puede gozar, aunque todo el mundo lo puede aprovechar y le sirva para amar. El haber dado o sólo el haber sido reconocido, nos hace decidir: ¿ cuál es el mejor postre para cualquier acto de amor en nuestra vida? Sea un hacer pequeño o grande, material o del alma, para mi familia o mi mundo, siempre hay algo, siempre hay un postre y no siempre se le ve como postre sino sólo como un final. Pero a veces, lo triste, es que el camino deseado no existe. Y ni siquiera en el que caminamos existe un nuevo comenzar. Esos son nuestros caminos. Esos son nuestros destinos. Por ellos fluye nuestro andar.

Humberto Silva Morelli

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