En estancias de música y de fuego
perfilados en la hoguera festejaron.
Bazar de excitaciones entre ellos
tantas que a veces sintieron miedo.
Lecho firme el musgo en la montaña,
rojos pliegues ansiosos acosaron
dejaron suspiros húmedos
sobre las yemas de los tibios dedos.
Piel a piel conversaron de sí mismos,
de la eterna fuente bebieron,
expresando aguda maestría
anotada en los folios de sus cuerpos.
Donantes de experiencias nuevas
felices muriendo de locura,
rozaron el borde del futuro
prometiendo más allá del Universo
definitivo encuentro del Sol y de la Luna.
Especialistas seductores
juraron amor en las mañanas de oro
y en las bocas oscuras de las tardes
experimentaron todos los excesos.
Fluían sus voces como un arroyo
alientos ardientes convincentes
invitaban a la entrega sin recato
y Eros excitado susurraba ¡Míos!
Entreabiertos labios mágicos
viajeros errabundos sin brújula
sobre las amplias geografías
hasta izar y arrear bandera.
Ah, de las gestas cantadas por ellos
de la totalidad del territorio conquistado,
cada uno conserva la memoria viva
testigos firmes de los enfrentamientos
instigadores de sudores y faenas.
¡Qué de cosas si quisieran, contarían...!
Ana Lucía Montoya
.
Septiembre 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario