jueves, 11 de octubre de 2007

Me raya, la rayuela...

muestrario

Gianna te repites con sensatez en las paredes, es el eco del saberte en tu voz distorsionada: -José que pasa que no contestas mis mensajes-, te escucho desde el teléfono que mira sin ansia, mientras tanto juego con la pelota de tenis rebotándola sobre el piso, ando en busca del centro de este espacio que nunca termina por quedarse quieto.

En la mesa de la sala esta el libro Rayuela de Cortazar, donde quemó el tiempo con cada hoja impresa del capítulo 56, leo y releo para saberme parte de este juego atemporal que como fotos se imprimen en la memoria.

Gianna perdida en el andar y en el encontrarse, se aplaza en el recuerdo y juega a la rayuela en cada pedazo momentáneo de esta teatral existencia.

-Comencemos por el primer momento-: me dice Gianna.

Entonces me como una jícama con limón, respiro en las encías y le digo: -El primer momento siempre debe venir con un hola ¿cómo estás? pero... a ver espera, que te parece sí comenzamos con la despedida, así ya no habría fatalidad en el decir adiós-, entonces se me queda viendo con cierto reproche, sus pómulos rosas y la sonrisa sarcástica me lo hacen ver.

Voltea hacia el piso, se toma de los cabellos, piensa y me dice: -sí el final es el principio ¿qué es lo continúa entonces?-.

Suena el teléfono, dejo la pelota de tenis en la mesa de la sala y contesto: -Adiós Gianna, gracias por la jícama-. Ella se ríe y me dice -Hola José, ya sé que sigue, continúa la idea del seguir jugando a la rayuela, gracias por contestar.-

Andrés V.Elizondo

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