De: graciela holfeltz
Soy la que han lapidado,
hasta oír sobre el polvo la piadosa frase de Él.
Y también la perjura, la indigna, la blasfema.
Amé al ángel guerrero que lastimó a Jacob.
Di vuelta mi rostro y quedé pétrea y salítrea.
Comulgué junto al Otro en la tentación del desierto.
Y antes, fui fruta de Éride,
guerrera de Osiris,
serpiente de Rá.
¡Qué bello era el innoble Judas por mis piernas!
¡Qué feliz en la noche de los Santos Inocentes!
Virgen y capitana, muerta en la hoguera por bruja.
Puta del usurero,
querida de Torquemada.
Sensual ante el leprosario
y la mano llagada de la peste.
Pero aquí estoy, hoy,
con todo eso en mis ancas,
en mis pechos yermos y en mi sexo torvo.
En mi razón.
No me quejo, no desangro.
Respiro todavía.
Soy.
Alguna vez (yo aguardo) triunfalmente,
cobraré con unción
mis treinta dineros.
Graciela, clavo y canela
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