miércoles, 19 de septiembre de 2007

La fuerza de una, es la esperanza de las otras...

Hace años, victima de mi educación y mi inmadurez, este lema se me hacía sordo, no recuerdo a quien se lo escuché, sólo se que no lo olvidé y gracias a Dios, se ha vuelto mi consigna para avanzar.

He visto cientos de mujeres pasar duros trabajos para resaltar, no hablo de maquillaje, tampoco de fama o gloria, sólo por hacer valer sus derechos y otras veces para hacer valer el derecho de las demás, derechos de seres humanos, humanos de primera clase por que no existe otra clase, somos iguales, iguales en derechos, iguales ante la ley, iguales ante el creador.

Me dejé pisar, me dejé engañar y me dejé maltratar, por que así era, por que siempre fue así… un día abrí los ojos y dije ¡¡BASTA!!, no por que generaciones enteras hicieran lo mismo, tenía que ser lo correcto, fui madre de una niña y no quería que ella padeciera, lo que yo padecía o viviera lo que miles, millones de mujeres han pasado por generaciones.


AUTORA: Carolina Gonzálea Velásquez (Chile)

El mundo ha cambiado, las cosas no son como antes ¿por qué el comportamiento abusivo tenía que seguir igual? ¿por qué tenían que haber diferencias? Simple, hasta las iglesias nos dictaminaron obediencia, incluso, hasta hace no mucho la ley también nos lo exigía, la lucha de muchas mujeres cambiaron un poco el nuevo paisaje que se nos avecinaba, un día un pastor, de una fe muy distinta a la mía me dijo “Se mansa como una oveja”, Dios no dijo, se MENSA.... mensa, tonta, ignorante, eso era, ser mansa no era ser sumiso, era ser tolerante, respetuoso.

Una vez abiertos los ojos, sentí miedo, mucho miedo, era como aprender a caminar otra vez ¿alguna vez saltaste desde lo alto de alguna roca al mar? Yo si, y la primera vez que lo hice, entré en pánico, pero la mar me llamó y salté y nunca más tuve miedo.

La vida es igual, tienes que saltar, pronto el miedo va a pasar y disfrutarás el trayecto a la meta, sentirás alas y el vértigo comenzará a gustarte, será la señal que empiezas algo nuevo.

Mi primer salto fue desastroso, pero le tomé gusto al vuelo, así mismo, mis primeras decisiones en solitario, como individuo consiente de que tengo autoridad sobre mi misma, fue un desastre.

Me equivoqué, pero me levanté varias veces, cada vez con menos miedos, más segura, con la certeza de que la lección aprendida me ayudaría a cada paso. Entonces fui libre, respiré hondo, me había desatado del prejuicio, del temor, de la inseguridad, ya nadie podría decirme “no puedes”, porque yo PUEDO Y QUIERO.

Siempre que quería dar un nuevo paso, miraba al frente, la ruta es larga y no tengo apuro, por que voy a medida de mis fuerzas, que cada vez son más, ahí, delante de mí, vi a otras, que despertaron antes, que me animaban a seguirlas, a alcanzarlas.

He avanzado y me siento orgullosa, al ver a otras tan lejos me digo, “TU PUEDES, si ellas lo lograron, nadie impide que lo hagas”.

Hoy, otra de nosotras ha abierto los ojos, dejó atrás insultos, malos recuerdos y temores, aprendió a tomar una nueva arma, sus decisiones, logró desatarse de las ataduras de las culpas y está aprendiendo a respirar en libertad.

Esa misma nueva caminante me ha dicho “si no hubiese visto, que tu lo hiciste y te resultó, jamás me hubiera atrevido”... Fue entonces, cuando la frase “la fuerza de una es la esperanza de las otras” resonó en mi cerebro, hoy he descubierto que en el camino tendré que darme vuelta más a menudo y gritar con el alma “vengan, alcáncenme, ustedes pueden, si yo pude, tu puedes hacerlo”

Me llené de gozo, ahora soy una de las que va a delante y aunque aun necesito a las que van antes que yo, tengo el valor, la fuerza y la esperanza, de que las que vienen detrás de mi, me necesitan también.


¿Estas lista para decir YO PUEDO? estoy segura que si.

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