Issa Martínez Llongueras
Traslado al recuerdo la inmortalidad del dolor
para navegar las carnes
en el porvenir translúcido de las horas,
amedrento poco a poco el fracaso de las lágrimas
que solo quieren ser futuros en martirio.
Y aún
de entre la carencia de tu voz
resurjo plenitud seducida en verbo:
verbo líquido que se consagra en el cáliz de mi intuición
para ser beso, caricia restañada en el amanecer íntimo
en el que puedo rescatarme para ti y para mí
en la virtud del silencio confesadamente desleído.
¿Qué más a la vida pedirle
que esta necesidad que se entrega dispuesta a ser?
Todo es tan humildemente enorme
y tan pequeñamente soberbio para desentrañar
cada letra con la que te voy escribiendo en sombras y luces;
todo es tan relumbrante que no le importa parecer oscuro,
todo es tan sombrío que la claridad en las entrañas se funde
para parir lo que solo puedo dar:
vida y núcleo de esta savia indisoluble que se conforma con latir,
porque nada, nada puede ser más perpetuo
que este amor en el que tu virilidad se acuna.
Seremos frágiles versos de vendavales sin retorno,
luna y lluvia que amanecen sin meses ni horas
en cada fragmento de las palabras quebradas.
Issa M. Martínez Llongueras
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